Esposas, hijas, madres y hermanas de las víctimas del régimen conformaban una fuerza de protesta pacífica que intervenía el espacio público y denunciaba los crímenes con una alta carga simbólica.
Siluetas de sus familiares asesinados y desaparecidos, encadenamientos, marchas y acusaciones de censura marcaron las prácticas de las mujeres organizadas que lograron captar la atención de la ciudadanía y visibilizar los abusos, levantando una voz particular que unía la lucha personal con la resistencia colectiva.
En las fotografías de Kena Lorenzini, se puede identificar a mujeres clave en la lucha por los derechos humanos, como Ana González González, miembro de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) y esposa de Manuel Recabarren Rojas, madre de Luis Recabarren González y de Manuel Recabarren González, y suegra de Nalvia Mena Alvarado, todos detenidos desaparecidos.
También aparece María Maluenda y Estela Ortiz, madre y viuda de José Manuel Parada, respectivamente, y Owana Guerrero, esposa de Manuel Guerrero, profesionales comunistas asesinados por la dictadura junto con Santiago Nattino, en el hecho conocido como Caso Degollados; y la agrupación Mujeres por la Vida, surgida en 1983 y que albergó a personalidades de un amplio espectro político.