A inicios del siglo XX la clase obrera protagonizó una intensa actividad reivindicativa en el marco de la problemática conocida como cuestión social.
Las acciones de los trabajadores abarcaron la conformación de organizaciones sindicales y mancomunales, la difusión de ideas a través de su propia prensa y la realización de motines y huelgas.
En el Norte Grande, la crisis del ciclo salitrero desencadenada en 1889 agudizó los conflictos, pues recayó en los trabajadores:
- Despidos masivos
- Manipulación de las fichas salariales a través de la venta monopólica de artículos de primera necesidad en las pulperías.
Estas medidas crearon un clima de efervescencia social, lo que propició la politización de las demandas del proletariado y su organización para cambiar sus condiciones laborales y de vida.
El principal medio de presión para alcanzar sus demandas fue la huelga. La primera experiencia masiva de movilización de los salitreros fue la Huelga General de 1890 en Tarapacá.
La manifestación fue iniciada por el gremio de jornaleros y lancheros de Iquique para que se les pagara su salario en efectivo y no en papel moneda desvalorizado. Ante la negativa de las autoridades, se recurrió a la solidaridad del resto de los trabajadores, entre ellos los del salitre.
Aunque la movilización fue fuertemente reprimida, entre sus consecuencias destaca la radicalización y masificación del movimiento obrero. Entre 1905 y 1907 se realizaron 35 huelgas (Artaza, 1998: 12).
1907 representa el momento de mayor conflictividad, cuyo hito más significativo fue la Huelga Grande, una de las más grandes movilizaciones de la época, que fue fuertemente reprimida en la Masacre de la Escuela de Santa María de Iquique el 21 de diciembre.