Empresa de Transportes Colectivos del Estado: Cuatro Décadas de Transporte Público Imagen y Memoria en Chile (1941-1981)
La muestra ejecutada por el MHN y el colectivo Micrópolis montada en la sala patrimonial de la estación Metro Plaza de Armas, da reflejo de La Empresa de Transporte Colectivos del Estado (ETCE), creada con el objeto de solucionar los problemas históricos de movilización de Santiago, Valparaíso, Antofagasta y Concepción, tanto en sus periferias urbanas y suburbanas. La exposición se entiende desde el interés del museo sobre cómo se habita el espacio, en este caso de las ciudades y la importante del transporte público en el desarrollo urbano del país.
Conjuntamente el espacio físico de la muestra, permitirá a los visitantes comprender las características del transporte urbano en esos años y en particular en la ciudad de Santiago, considerando las dificultades en la implementación de un nuevo sistema, las necesidades de los usuarios en trayectos y tarifas así como la realidad de los trabajadores de dicho sistema evidenciando continuidades y cambios en aspectos que son parte de la vida cotidiana de las personas, las transporte.
Antecedentes históricos del transporte colectivo
Con la instalación de los tranvías tirados a caballo a mediados del siglo XX en Santiago y Valparaíso, la movilización colectiva en el país inicia un proceso de expansión en sus principales ciudades. Tras el cambio de siglo, la incorporación de nuevas tecnologías como los tranvías eléctricos y posteriormente los autobuses reafirmaron el carácter moderno que adoptaban las urbes chilenas, proceso no exento de tensiones por la expansión urbana, la creciente demanda de movilidad para una población en crecimiento, la calidad de servicio y roces entre las autoridades y empresas ligadas a la actividad.
Hacia la década de 1940, el Estado se incorporó como prestador del servicio de transporte público al crear la Empresa Nacional de Transporte S.A (de carácter mixto), la que en 1953 se convertiría en la Empresa de Transporte Colectivos del Estado (totalmente estatal), que durante cuatro décadas y hasta la construcción de Metro, marcará la participación fiscal en la actividad. En efecto, a partir de la década de 1950, la ETCE se expandió a Antofagasta, Concepción y Valparaíso, adquiriendo y llevando a esas ciudades, moderno autobuses y trolebuses.
Tras el Golpe de Estado en 1973, las transformaciones económicas marcaron a la movilización colectiva: mientras el fisco replegaba su participación hacia el Metro de Santiago, el transporte colectivo de superficie se entregaba exclusivamente a privados, lo que llevó al cierre de la ETCE en 1981. La liberalización del transporte generó un aumento de la oferta, pero también la masificación de externalidades negativas como la congestión, contaminación ambiental, concentración económica y colusión en los principales empresarios de la actividad. Esto llevó durante la Transición a regular nuevamente los servicios- partiendo por la capital- concesionando recorridos e intentando con ello reordenar la actividad de las llamadas "micros amarrillas". Pese a ello, la necesidad de conformar un sistema de transporte moderno e integrado entre sus diversos medios llevó a la implementación de un nuevo modelo de transporte público, Transantiago (2007), el que pese a sus dificultades operacionales se ha mantenido como modelo de administración del servicio en la capital.