El regreso de Cristóbal Colón a Europa luego de su viaje en busca de una ruta alternativa hacia las Indias no solo trajo la noticia inesperada del hallazgo de un nuevo continente: con ella, viajaron también los relatos de paisajes inexplorados, criaturas fabulosas, piedras preciosas y oro por montones, riquezas, fantasías y aventuras que rápidamente despertaron la curiosidad de la sociedad europea. Con el aumento progresivo de las travesías trasatlánticas, los testimonios en primera persona de este territorio recóndito se multiplicaron, inspirando una plétora de representaciones visuales que la imprenta se encargó de popularizar.
Entre esas imágenes de América estuvieron, desde luego, los mapas, que durante la era de los descubrimientos (siglos XV a XVIII) cobraron una importancia fundamental, como herramientas para registrar la experiencia de los nuevos territorios y ampliar las fronteras del mundo conocido. Las primeras representaciones del continente, sin embargo, difieren bastante de la imagen que damos por sentada hoy: con la ciencia cartográfica aún en ciernes y un conocimiento fragmentario de las tierras descubiertas, más que retratar con exactitud la fisonomía americana, son un espejo de la cultura europea que les dio origen.
Mapas americanos en el MHN
La Colección de Pintura y Estampas del Museo Histórico Nacional reúne más de 180 mapas, incluyendo dibujos y grabados tanto originales como facsimilares. Entre ellos se destaca una selección de 10 piezas de los siglos XV a XVIII a través de las cuales es posible observar la evolución de la cartografía americana, pero también del conocimiento, la percepción y los imaginarios europeos de este continente -y, en especial, de Chile- durante la era de los descubrimientos.
La cartografía de 1500 muestra América como un lugar desconocido y legendario, habitado por monstruos y criaturas misteriosas. Los contornos del territorio -trazados de manera imprecisa, a partir de la información parcial que se tenía a cada momento- no necesariamente se condicen con los que hoy conocemos, y la representación de superficies, hitos y accidentes geográficos parece a menudo caprichosa. Un siglo más tarde, Chile aparece como un territorio de geografía exuberante, colmado de riquezas naturales y de aborígenes pacíficos y sumisos. Con un conocimiento científico ya más desarrollado, los mapas del siglo XVIII van abandonando los elementos decorativos para dar paso a una representación del territorio lo más exacta posible, basada en los datos y mediciones cada vez más exhaustivos y abundantes obtenidos por las misiones y viajes exploratorios.
Esta breve panorámica de la cartografía americana nos recuerda que la representación actual del mundo es el resultado de siglos de transformaciones históricas, sociales y culturales, y nos invita a repensar los mapas como artefactos vivos y cambiantes, construidos sobre la base de experiencias, mentalidades y sensibilidades diversas.
Descarga el artículo completo "Descubrir en lo descubierto. La transformación de las representaciones del continente americano y del territorio chileno en la cartografía europea conservada por el Museo Histórico Nacional (siglos XVI-XVIII)", por Leone Sallusti.